6 de noviembre de 2014

Jazmín

Buscando dónde poner perfume para ropa se encontró con difusor que alguien en algún momento había rellenado con agua.
Sacó la tapa para vaciarlo, y al hacerlo la invadió el olor al jazmín de lluvia, y con él, un dolor hondo que ocupó todo el espacio entre su estómago y su pecho. Era el olor a ese verano, a esa semana en Buenos Aires en la que él la esquivó, en la que ambos se sabían cerca, más cerca que nunca, y no hacían nada por encontrarse. Esa semana en la que solo el último día, cuando ella volvía a su ciudad, sentada como chinito en el micro, recién en ese momento él le dijo:

Te alejás de mí y mi cobardía.

Y desde entonces todo fue eso, alejarse de él y sus miedos, diluir el perfume de jazmín hasta, al fin, cambiarlo por otro.

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